Los defino: a veces tiernos, otras veces violentos.
Siempre suculentos.
Devoras mi boca sin ansiedad, con la necesidad de dejarme lentamente inquietantes ganas de más.
Eterno y fugaz cuando tus labios se acomodan con los míos. Ese instante donde apenas se da el contacto y somos cómplices tanteando perfección y paraíso.
Me embriagan cual vino tinto. Son todos distintos; me convencen de que no existo y que la respuesta a mis preguntas está en tu boca.
Un beso tuyo, nunca está de más.
Si llueve son tranquila paz. De noche, son rojos y exacerbados.
Si estoy cansado, reposan en mi espalda. Si estoy molesto, se pasean por mi cuello.
Sabes amarme bien; cuándo mentirme o remediarme. Cuándo unirte a mí y complementarme.
Sabes cuándo besarme, con o sin razón.
Y entonces todo está bien.
Y entonces todo está bien.
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